“El Encuentro es la certeza de que las mujeres unidas están confrontando y planteando alternativas concretas a la crisis climática”
El 3 y 4 de noviembre se realizó en Buenos Aires el 1° Encuentro Latinoamericano de Defensoras Ambientales para la Acción Climática. Fue organizado por Fundación Plurales, Colectivo CASA y Tierra Viva, y participaron más de 40 mujeres representantes de 30 organizaciones de Defensoras Ambientales de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México y El Salvador.
Durante dos días nos tejimos en lucha. Desde una ceremonia pidiéndole permiso a la Pachamama para iniciar el evento, hasta encontrarnos en persona y poder darnos el abrazo que nos debíamos después de años de virtualidad y pandemia, el Encuentro tuvo de todo. El objetivo que nos propusimos se cumplió con creces. Impulsamos alianzas entre las organizaciones para llevar adelante acciones colectivas en defensa de los territorios, compartimos estrategias de incidencia, visibilización y fortalecimiento de estas iniciativas por la justicia de género y justicia climática. Pero principalmente, nos vimos cara a cara, nos conocimos y nos abrazamos sin intermediarios.
Aquí les compartimos, a través de las voces de las mujeres que participaron, algo de lo que fue este encuentro.
Las huellas del Encuentro en nosotras
“Lo que me dejó el Encuentro fue una maravillosa oportunidad de compartir y saber que las necesidades de nuestra comunidad también eran las necesidades mismas en Latinoamérica. Que todavía persiste esa brecha de género en la propiedad de la tierra y que a pesar de esto, las mujeres rurales tenemos el reconocimiento y ese papel que está bien enraizado, porque es decisivo en el desarrollo de la soberanía alimentaria y la erradicación de la pobreza. Todo esto sin cambiar ese ecosistema en donde tuvimos la fortuna cada una de las mujeres latinoamericanas, de nacer para defenderla, cuidarla, protegerla y también para ir regenerando, cuidando esas heridas que va haciendo el Estado y las compañías. Esa fortaleza me dejaron mis hermanas latinoamericanas para seguir en este camino”, cuenta Marisol Angulo, integrante de la Red Ecuatoriana de Forestería Análoga (REFA).
Por su parte, Lesbia Pérez, que representa al Consejo de mujeres de la Asociación de Forestería Comunitaria de Guatemala Utz Che’, detalla que “fue bastante buena la experiencia que nos dejó el intercambio. Conocer temas tan importantes que a veces desconocemos. Conocer las experiencias de nosotras, como mujeres, y ponernos en los zapatos de las otras compañeras. Lo otro que me dejó es venir y replicar con las compañeras y contar nuestras experiencias, porque somos diferentes de país a país, de territorio a territorio”.
Adela Guerrero, integrante de la Asociación Nochari de Nicaragua, destaca que el Encuentro fue “un espacio de mucho intercambio, aprendizaje, conexión entre nosotras, las mujeres, con la madre tierra”, donde pudieron compartir “nuestro aprendizaje de las dos escuelas feministas”.
“Para mí fue un evento bastante importante, de mucha fortaleza, de relacionamiento entre mujeres de los diferentes países, de intercambio de experiencias. Nos fortalecimos bastante, pudimos estrecharnos en abrazos, fue maravilloso”, describe Bernarda Benítez Gudiño de la Asociación de Mujeres de la provincia O’Connor (AMPRO) en Bolivia.
Nelly Alcaraz, del Equipo de Mujeres Campesinas del Movimiento Campesino de Formosa (MOCAFOR) en Argentina, coincide con todas en que el evento le dejó una sensación de mucha fortaleza por la unidad entre compañeras de Latinoamérica.
Jenny Luján, que pertenece a la Asamblea por la Vida Chilecito y Mujeres Defensoras del Agüita del Famatina en Argentina, describe el Encuentro como “una potente posibilidad de tejer redes latinoamericanas de resistencia al extractivismo, modelo de producción y desarrollo de muerte, y construir espacios de intercambios de saberes que fortalezcan las luchas territoriales. Un espacio amoroso, genuino y potente con mirada y sentires de mujeres”.
“El Encuentro fue una experiencia sumamente enriquecedora, tanto personal y para mi organización, porque fue un espacio donde una pudo conocer cuáles son las luchas que están llevando las diferentes compañeras en distintos países de Latinoamérica. También dar a conocer lo que uno está haciendo dentro de su país, cuáles son las herramientas que están usando las compañeras para seguir el trabajo desde las organizaciones, desde las comunidades. Y fue una experiencia enriquecedora, vuelvo a decir, porque te das cuenta que no estás sola, que también otras compañeras en otros países, en otras regiones, que tienen realidades diferentes en lo que respecta a veces al medioambiente, a la zona, al territorio, sí tenemos los mismos problemas y las mismas dificultades. A veces también vemos que están usando nuevas herramientas, nuevas formas de lucha y eso nos sirve para venir a replicar en nuestras zonas”, destaca Alba Osuna, integrante de la Red de Mujeres de Pilar, Paraguay.
Por su parte, María del Carmen García, de la Escuela para Defensoras en Derechos Humanos y Ambientales Benita Galiana de Guadalajara, México, explica que le quedó “la alegría de articularnos en esta alianza de justicia contra el cambio climático. Conocer el trabajo de otras escuelas que luchan contra los megaproyectos de muerte, los monocultivos, y las minerías. Algo de lo que también me dejó es esta necesidad de continuar analizando y debatiendo nuestras posturas políticas ante las Cumbres Internacionales y la situación geopolítica», pero “aterrizar en lo propio y no en lo ajeno, hacer mayor conciencia en esta alianza de lo que queremos hacer y que no nos jalen las olas internacionales”.
“El Encuentro de defensoras ambientales me dejó mucho conocimiento, experiencias e ideas de otras compañeras que como han luchado para defender sus territorios, la Madre Tierra, les ha tocado sufrir para poder lograr sus objetivos. -cuenta la hondureña Leylis Vijil, parte de la Unión de Empresas del Sector Social de la Economía Ambiental de Marcovia (UEDESAMAR)- También podemos notar que tenemos el mismo problema con las industrias extractivistas. Debemos seguir unidas, luchando para ayudar a nuestros territorios”.
Por último, María de Jesús Jiménez, de la Asociación de Mujeres Indígenas en Santa María Xalapan, Guatemala, cuenta que para ella el evento “fue de mucho fruto”. Explica que “pudimos conocer las diferentes luchas que tenemos en los territorios y compartir nuestras experiencias. Es importante encontrarnos entre defensoras en Latinoamérica para poner allí nuestras luchas y transmitir conocimientos para las otras y para nosotras”.
La salida es colectiva
Todas las mujeres coinciden en la importancia de generar espacios donde intercambiar las luchas y herramientas. Pero además “es muy importante encontrarnos entre defensoras ambientales para sanar nuestras heridas que se van haciendo en este día a día por defender nuestro territorio, por defender a la Madre Tierra y esa fortaleza que nos vamos dando unas a otras”, describe Marisol de Ecuador.
Lesbia, de Guatemala, cuenta: “Nosotras agarramos más valor al saber que somos muchas en el mundo que defendemos nuestro territorio, defendemos a muchas compañeras y venir a ponerlo en práctica en nuestras organizaciones de base”. Agrega además, que ya contó la experiencia en su organización de base en su territorio y compartió todas las herramientas que aprendió.
“El Encuentro es la certeza de que las mujeres unidas están confrontando y planteando alternativas concretas a la crisis climática, que estas propuestas están ancladas en una historia, en una herencia de lucha contra diferentes proyectos extractivos que nos ha servido como experiencia para poder identificar a los responsables de la crisis climática que estamos viviendo. Considero también, que es muy importante seguir promoviendo, impulsando y participando en espacios entre mujeres, sobre todo en clave de los intercambios de las estrategias en formación en base a la educación popular feminista”, explica Carmen Aliaga, parte del colectivo de coordinación de acciones socioambientales del Colectivo Casa en Bolivia, que a su vez integrante la Red Latinoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Sociales y Ambientales, que coordina la Escuelita por la Justicia Climática Feminista, que une a compañeras de El Salvador, Guatemala, Honduras y Bolivia.
“Estos encuentros son un generador de energía, de mucha energía positiva, mucha buena vibra -describe Alba- Se entablan amistades, relaciones de compañerismo. Relaciones sororas que uno necesita para seguir adelante, para que te fortalezcan en lo personal, pero también crea vínculos con las organizaciones. Es muy importante porque de ahí en adelante se puede generar una sinergia, una simbiosis entre regiones. A veces nos damos cuenta que conocemos poquísimas organizaciones de mujeres que están trabajando también en las mismas cosas que nosotras”.
Hermógena Calderón, de la Red Nacional de Mujeres en Defensa de la Madre Tierra (RENAMAT) de Bolivia, se refiere también a la importancia del intercambio y el encuentro, “para tener una línea base de coordinación, para el apoyo mutuo”. Afirma: “La Unión hace la Fuerza!”. Además, es fundamental reconocer a los enemigos comunes. “Nuestras luchas son contra el mismo monstruo que nos oprime, el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo. Este es el sistema que nos despoja a diario de la vida, nuestra salud y nuestros bienes comunes. Nuestra fuerza siempre será la organización colectiva, juntas somos más fuertes”, afirma Carmen de México.
Ibis Colindres de Fondo Tierra VIVA en Honduras, explica que “existe una riqueza de soluciones climáticas lideradas por mujeres que están aportando a la mitigación y adaptación al cambio climático en la región de América Latina”. En ese marco, exige: “Es urgente que cuenten con el respaldo político y apoyo financiero por parte de los tomadores de decisión en todos los países”.
Voces urgentes desde América Latina
“Estamos sufriendo las consecuencias de aquellas malas planificaciones, decisiones y acciones del Estado y de las empresas privadas extractivistas. El calentamiento global ya no tiene retroceso, por lo tanto nosotras las mujeres rurales de Latinoamérica, estamos en defensa de nuestros espacios y de nuestros territorios para conservar la vida en armonía con la naturaleza, que también es mujer, y como dadoras de vida aportar a la seguridad alimentaria y así permitirnos la coexistencia y la resiliencia con la naturaleza y con esto asegurar la vida”, cuenta Marisol desde Ecuador.
Frente a la pregunta de qué es urgente que toda Latinoamérica y el Caribe sepa, las respuestas son contundentes. Las voces se levantan, la fuerza es imparable.
Lesbia desde Guatemala: “Tenemos que saber con urgencia el impacto que están causando las agroindustrias, todas esas empresas que están causando daño. El cambio climático, eso es urgente, lo tenemos que saber todos los habitantes del mundo, incluso”.
“No solo en Honduras las empresas se están disfrazando de traje verde. Estamos luchando, pero siempre pues un poco como intimidadas, porque a una le da miedo porque ya ve lo que ha pasado aquí en Honduras, las mujeres son víctimas. Que se logre hacer algo para seguir luchando y hacer una sola voz, unirse y gritar que estamos luchando por nuestros territorios, nuestras tierras, nuestros recursos porque ya no es bueno quedarse callada, hay que alzar la voz entre defensora, entre mujeres luchadoras, latinoamericanas que van a defender nuestros territorios. Mujeres que van a defender con dientes, uñas, todo. Me siento motivada, siempre con la emoción de que vamos a hacer algo por nuestros territorios, nuestras tierras”, dice Leylis.
Carmen de Bolivia, explica que “las mujeres campesinas y defensoras aprendemos y transmitimos conocimientos de una forma diferente, desde una sabiduría milenaria. Muchas veces esta forma de generar conocimiento ha sido deslegitimada por la educación formal, por eso apostamos a procesos de educación popular, procesos de educación feminista que acompañen la defensa del territorio. Creemos que es una de las condiciones fundamentales para que las mujeres fortalezcan sus liderazgos femeninos”.
También desde Bolivia, Hermógena hace un llamado: “Es urgente unificarnos para salvar a la Madre Tierra. Nuestra Madre Tierra es todo para nosotros, los Pueblos Indígenas Originarios”. Por otro lado, “es súper importante que Latinoamérica se levante y tome posición y posesión de todo lo que le pertenece, porque la historia de Latinoamérica es riquísima, es demasiado rica como para que no podamos construir alternativas. Tenemos como mujeres, todo el poder de construir alternativas en base a nuestros sueños y nuestros ideales, un mundo diferente, más justo, solidario. Solamente vamos a poder hacerlo si es que las mujeres nos levantamos y nos tomamos de la mano y nos acompañamos en esta lucha que nos pertenece y nos hace parte unas de otras”, expresa Ruth Amarilla, que está acompañando el proceso del Comité de Mujeres Kuña Aty de Tava Guaraní en Paraguay.
“Encontrarse entre defensora es muy importante porque así hacemos una sola voz para poder ser escuchadas, porque una sola persona no puede hacer nada. En este tiempo que estamos viviendo, a uno solo lo que hacen es apartarlo, y así, haciendo frente nosotras como defensoras podemos hacer muchas cosas”, concluye Leylis desde Honduras.
De estos dos días de trabajo, sumado a todo lo hecho previamente en la Escuela feminista para la Acción Climática (EFAC), surgió un pronunciamiento construido colectivamente. Este documento fue llevado a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2022 (COP 27), como portador de las voces de todas estas mujeres y sus territorios.
En esta línea, Mirna Rodríguez de Fondo Tierra VIVA, expresa: “Lo más importante del Encuentro es que hicimos el documento para la COP27. Para mí es muy importante eso, porque a veces no lo tomamos como algo importante y el trabajo queda en vano. Entonces eso me ha motivado y lo creo muy importante porque además de que lo trabajamos ahí, se llevó a donde se tenía que llevar al planteamiento. Creo que es realmente un avance para nosotras, para que escuchen nuestras voces, que se dé a conocer lo que enfrentamos día a día en nuestros países. Que ese trabajo que hicimos y que estamos realizando, no se quede plasmado solo en un papel, sino que se dé a conocer ante todos los medios, a donde tiene que llegar, a las personas y las instancias donde tiene que llegar, eso es lo más importante”.