Tejiendo redes: Fundapaz
En contexto de pandemia y aislamiento social, las redes de trabajo se fortalecen. Transitando la segunda ola y en medio de la incertidumbre y el desconcierto social, renovamos la apuesta al trabajo en equipo, a construir con otres. Así, decidimos realizar una serie de entrevistas para que puedan conocer los espacios con los que a diario realizamos nuestro labor, sin los cuales todo esto no sería posible.
En este caso, hablamos con el ingeniero agrónomo y apicultor Gabriel Seghezzo, que integra hace 25 años Fundapaz (Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz), que trabaja en programas de desarrollo rural en el norte argentino.
Gabriel, director ejecutivo, aclara que Fundapaz nació con una misión, trabajar con población rural, “esa era nuestra misión institucional original”. La organización tiene 48 años, nació en 1973, las Hermanas del Sagrado Corazón de Buenos Aires, donaron un colegio “en plena Capital Federal de un valor incalculable”. Relata que “en ese momento el NEA (nordeste argentino) era como la zona más pobre, una zona muy marginada, también había, para que te ubiques en el 73’, mucha cooptación, había como foco de guerrilla, era una zona súper conflictiva. Y en Reconquista, el Monseñor Iriarte, que dicho sea de paso está en un proceso de canonización actualmente, junto con otros obispos, fomentaron que se creara una organización laica. Si bien nacimos de esa donación de las Monjas del Sagrado Corazón, Fundapaz es laica, no tiene, no predica el credo, sí tenemos una relación con las Iglesias Católicas y Protestantes, pero somos laicos, no dependemos de ninguna Iglesia”.
En un comienzo, apoyaba a otras organizaciones, como por ejemplo INCUPO (Instituto de Cultura Popular). “Eso fue hasta que esa donación original se fue terminando, duró unos 7 u 8 años, en ese momento Fundapaz decide instalarse con equipos propios y empezar a generar proyectos. Se crean los equipos territoriales, empezamos en Vera, Santa Fe y Santiago del Estero. En el 82’, las Hermanas del Sagrado Corazón tenían una casita en Los Blancos, y nos pidieron si podíamos ir a trabajar con los wichis, en esa zona de Salta, totalmente aislada”.
Actualmente, trabaja en la región chaqueña argentina en las provincias de Salta, Santiago del Estero y norte de la Provincia de Santa Fe. La zona de trabajo en Salta se ubica al noreste de la provincia y abarca cuatro regiones: Bermejo-Ruta 81, Morillo – Los Blancos, Pilcomayo y Rivadavia Banda Sur. La zona de Santiago del Estero se ubica en el centro de esta provincia y abarca dos grandes áreas: Robles y Garza. En Santa Fe se desarrolló en el norte de la provincia, en dos áreas: la Cuña Boscosa y los Bajos Submeridionales.
Gabriel explica que desde el nacimiento, Fundapaz tuvo tres características que la diferencian de otras organizaciones pares o hermanas. Primero, que trabaja con población indígena y campesina, con ambos grupos; segundo, que tiene un proceso de reivindicación de derechos, pero también de uso de los recursos y por último, una fuerte intención de incidencia política y de relacionarse con los gobiernos.
Vincularse con dos grupos, indígenas y campesinos, “fue producto del trabajo, porque nosotros nos encontramos con que vivían en las mismas zonas, con los mismos problemas. Entonces, eso hizo que desarrolláramos metodologías de consenso y de acuerdos, sobre todo por los procesos de tierras. A veces nos critican en todos lados, porque dicen ‘ustedes no están con los indígenas, porque también trabajan con los criollos’. Bueno, nosotros aceptamos ese desafío de trabajar con los dos grupos”.
Fundapaz nació como una organización para fomentar los derechos de acceso a tierra y agua, pero también con sesgo productivo técnico de manejo de los recursos. “Reclamamos, junto con las organizaciones, el derecho de la tierra, pero al mismo tiempo generamos propuestas productivas para mejorar la vida de las familias. No nos consideramos una organización totalmente reivindicativa de derechos”.
Y sobre la tercera característica a la que se refiere Gabriel, dice que “parece bastante normal, pero no lo era al principio. La relación con los gobiernos no fue tan fácil, hacíamos intentos y muchas veces éramos criticados. Nosotros no tenemos esa posición, si sirve para el trabajo que hacemos nos sentamos con quien haya que sentarse, y consideramos que eso no vulnera nuestros principios. Trabajar con universidades al principio, incorporar la academia al trabajo de la ONG, también era un sacrilegio hace 20 o 30 años. Nosotros estamos convencidos de la potencia que tiene juntar la investigación académica con el trabajo de campo”.
“Como te puedes imaginar en 48 años hay mucha historia, muchas cosas que nos salieron bien, muchas que nos salieron mal y mucha agua bajo el puente. Pero somos una organización que se ha consolidado. Esto creo que no fue planificado, pero básicamente nuestro financiamiento siempre fue internacional, producto de esa donaciones de las Iglesias, entonces eso quieras o no, ha sido una gran libertad para sentarse a negociar. Nosotros nunca dependíamos de los fondos del Estado, y nos dimos cuenta con el tiempo que eso daba poder de decir ‘nosotros queremos hacer algo con ustedes, pero si no lo quieren hacer lo hago solo, no me interesa, ustedes hagan lo que quieran'», cuenta Gabriel. Actualmente, son 22 personas en planta en cuatro provincias y tienen una oficina central en Buenos Aires.
Gabriel detalla las líneas estratégicas de Fundapaz. El acceso a la tierra y el agua, al bosque y a los recursos naturales; un abordaje sobre el manejo de los recursos, todo lo técnico productivo; una tercer línea fuerte, son los procesos organizativos. “El corazón es que no trabaja con familiares individuales sino con grupos organizados, considera que la organización social es la base del desarrollo local, entonces trabaja fomentado, apoyando, fortaleciendo y creando organizaciones sociales, indígenas y campesinas”. Finalmente, el último eje es el de incidencia política, de trabajo político, “que nosotros la dividimos en dos niveles, el primero es el que hacemos con las organizaciones para que ellas hagan su planteo. Nosotros jamás nos arrogamos representatividad de las organizaciones indígenas y campesinas”. El segundo es que Fundapaz también se define como un actor político, “tiene voz política propia, expresión política con criterio institucional propio, producto de su historia, de que nuestros técnicos viven en sus territorios, viven en la zona. Somos de ahí, somos argentinos, podemos opinar, si bien nunca en representación de las organizaciones, sí en función de nuestra historia. El 90% de las veces coincidimos con las organizaciones, en algunas ocasiones no hemos coincidido y hemos mantenido posiciones diferentes”.
Nuestro tejido
En relación al cruce con Fundación Plurales, Gabriel cuenta que “en principio, institucionalmente nos cruzamos en algunos territorios, en Santiago del Estero, en algunas zonas de Salta. Fundapaz articula y tiene eso en su ADN, bienvenida las relaciones y cultivamos esa relación. Nuestro vínculo con Plurales vino a través de la ILC (International Land Coalition). Fundapaz avaló la inclusión de Plurales a la ILC y yo creo que ahí empezamos a cruzar más nuestras vidas institucionales con Semiáridos, después con ENI Argentina, ahora con Iniciativa Tierra y ODS y DAKI”.
“Fue como consolidándose esa relación a través de acciones muy concretas, basada en cosas concretas. Está muy bien lo conceptual, está bueno el marco teórico, pero si nos quedamos en eso yo siento que es una estafa para la gente con la cual trabajamos, la gente necesita ver algunas soluciones concretas. Creo que eso también fue haciendo nuestra relación y hoy tenemos muchos cruces concretos, muy buena onda, algunas discusiones y las vamos a tener siempre, pero no es un problema, para nada, la diversidad de opiniones es parte de la riqueza, no hay problema con eso, podemos pelearnos pero sabemos que en otras cosas no y está bueno”, cuenta.
Para adelante, “hay grandes oportunidades para trabajar juntos, cruces muy interesantes, podemos potenciar mucho lo que hacemos. Con Plurales hay mucha potencialidad, respetándonos las diferencias, muchas cosas por hacer juntos”.
A nivel general, actualmente en este contexto particular que vivimos, explica que la pandemia lo tiene cansado, “creo que como todo el mundo”. Según él hay un “uso abusivo de la justificación de cualquier cosa por la pandemia”. Desde el comienzo la lógica fue “qué vamos hacer para superar esto, entonces rediseñamos todo la metodología de comunicación con las organizaciones, nos pusimos hacer otras cosas, posibles investigaciones, documentos, mientras estábamos todos encerrados, empezamos a pensar. Tuvimos una ventaja gracias a nuestros equipo territoriales, hubo cosas que sí se pudieron hacer a nivel local”. Fundapaz realiza su trabajo bajo un proceso de capacitación, y asistencia técnica, con equipos locales interdisciplinarios que viven en los territorios y que tienen una relación cotidiana con las organizaciones.
“Nosotros desde el principio, nos propusimos que la pandemia era como una adversidad nueva dentro de las eternas adversidades que tenemos. Nos propusimos trabajar a pesar de la pandemia, por supuesto siempre hemos respetado protocolos y nos parece que así debe ser, además cerramos cuando se tuvo que cerrar todo. La pandemia nos permitió o nos obligó, a rediseñar estrategias y tecnologías de trabajos para superar ese escollo. Así como tenés la falta de agua, la pobreza, ahora tenemos la pandemia”, detalla y deja en claro que el contexto de este trabajo nunca es fácil.
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