Tejiendo redes: Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA)

En contexto de pandemia y aislamiento social, las redes de trabajo se fortalecieron. En medio de la incertidumbre y el desconcierto social, renovamos la apuesta al trabajo en equipo, a construir con otres. En ese marco, desde 2020, comenzamos a realizar una serie de entrevistas para visibilizar los espacios con los que a diario realizamos nuestra labor, sin los que todo esto sería posible.

En este caso, hablamos con Maite Smet, feminista trabajando por la justicia de género, social y ambiental y coordinadora de la Alianza GAGGA, el acrónimo para el nombre en inglés: Global Alliance for Green and Gender Action, que trabaja con Mujeres, niñas, personas trans, intersex y no binarias. Ella trabaja para las tres organizaciones que están liderando esta iniciativa, principalmente el Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM), que es la organización líder de la Alianza, un fondo de mujeres radicado en Centroamérica y que trabaja a nivel regional, en colaboración con Both ENDS, que es una ONG socioambiental y Mama Cash, también un fondo de mujeres, ambas radicadas en Holanda pero que trabajan a nivel global.

Oficialmente, GAGGA inició en 2016 con financiamiento del gobierno holandés, bajo el marco político Dialogue and Dissent. Pero, “honestamente, este trabajo empieza desde antes cuando muchos fondos de mujeres veían la necesidad de poder apoyar a colectivos liderados por mujeres en temas de Justicia ambiental y al mismo tiempo lo mismo con organizaciones, fondos y ONGs ambientales que veían la importancia de priorizar el género y la justicia de género en su trabajo”, cuenta. Entonces, a través del liderazgo de organizaciones aliadas como Prospera (Red Internacional de Fondos de Mujeres) y Global Greengrants Fund (GGF), se armaron espacios colectivos de construcción, como el Summit on Women and Climate 2014 en Bali, que «unió a muchos de estos fondos con defensoras y activistas ambientales y surgieron ideas de colaboración para fortalecer este trabajo en el nexo de los derechos de las mujeres, justicia de género y justicia ambiental. Reconocemos que los movimientos feministas, de mujeres, ambientales y climáticos lideran un trabajo con el mismo fin, aunque por ahí no se reconoce como tal. Estos movimientos trabajan por el cambio estructural, luchando contra las opresiones sistémicas que llevan a muchas de las inequidades dentro de nuestras sociedad, como el patriarcado, el racismo, el capitalismo y el colonialismo».

Maite explica que “surgió la oportunidad de presentar una propuesta al gobierno holandés, con esta intención de fortalecer y unir estos movimientos, pero Mama Cash y Both ENDS ya estaban liderando otras alianzas que iban a ser presentadas y tenían el potencial de poder trabajar con un fondo que está en el sur global para ser la organización líder de la alianza. Por eso pensaron en el FCAM, un fondo de mujeres muy reconocido por su trayecto en apoyar los movimientos de mujeres y feministas en Centroamérica”.

Imagen: RENAMAT (Bolivia)

La Global Alliance for Green and Gender Action “se rige por asegurar el liderazgo y que haya espacio para mujeres, particularmente de movimientos locales u organizaciones comunitarias que están trabajando en temas de Justicia ambiental y climática, que en muchos casos han sido excluidas de procesos de toma de decisiones, en temas de financiamiento y no han sido consideradas como actoras de cambio en estos temas, aunque sabemos que lo son”. GAGGA prioriza el acompañamiento y financiamiento de estos colectivos, y lo hace a través de los fondos de mujeres y socio-ambientales. En este momento son un total de 24 fondos de mujeres y socioambientales, incluyendo al FCAM y Mama Cash como fondos de mujeres. Maite detalla las formas de acompañamiento que hacen con las organizaciones. “Primero dar apoyo directo a grupos y colectivos, a través de sus propios mecanismos de financiamiento y acompañamiento. Es importante destacar que nosotras no exigimos que tengan una manera de hacer las cosas, confiamos mucho en su trabajo, reconociendo que ellas han trabajado por mucho tiempo en sus regiones y contextos y con los movimientos directamente. Adicionalmente también trabajamos con ONGs que proveen un acompañamiento no financiero, como legal, técnico, temático sobre la justicia climática y ambiental. Eso nos permite apoyar a más de 400 organizaciones comunitarias mayoritariamente lideradas por mujeres en América Latina, África y Asia”.

Estos tipos de acompañamiento que realizan, tienen que ver con la vinculación de procesos de incidencia de lo local a lo regional e internacional y viceversa. “Aquí la organización Both ENDS tiene un rol muy muy grande, particularmente en relación al sector privado o el gobierno holandés y sus inversiones y políticas públicas que puedan tener un impacto directo en comunidades que están en el sur global. Obviamente empezamos con Holanda, recibimos el financiamiento de ellos y tenemos ese acceso para hacer esa incidencia, pero también tratamos de incidir en otros espacios, particularmente con donantes, inversores y gobiernos”.


Los tiempos de pandemia

Sobre la crisis sanitaria mundial que vivimos, Maite cuenta que “las organizaciones han seguido haciendo su trabajo, convirtiéndose en más importante aún, y nosotras tratando de buscar las mejores maneras de apoyarlas”. Destaca que como mucho de lo que tenían planificado pasaron a ser virtual, “ahí vemos la resiliencia de los movimientos que se organizan, da lo mismo cómo, pero se organizan. Han hecho mayoritariamente todas las cosas virtuales y cuando hay oportunidad de reunirse lo hacen con todas las medidas sanitarias que se requieren”.

La incidencia resultó más difícil, “porque por la pandemia, los gobiernos restringieron la movilización y participación en espacios de toma decisión, limitando la participación de gente. Adicionalmente, lo que hemos visto más este año, en particular, que los años anteriores, es que mucha gente se ha contagiado, lo que ha afectado también el trabajo, dado que las personas se tenían que cuidar o cuidar a familiares”.

En relación al apoyo particularmente, en el primer año de la pandemia desde GAGGA se lanzó un fondo de autonomía y resiliencia, “dado la pandemia, muchas de los grupos y colectivos que apoyamos se quedaron sin comida, sin agua o sin sustentos económicos. Con un total de €255,000 pudimos apoyar a más de 45 organizaciones en 21 países para que pudieran fortalecer sus sistemas comunitarios de resiliencia. Por ejemplo, comprar insumos para una huerta comunitaria o materiales para un sistema de agua comunitario, siempre liderado por las organizaciones comunitarias”.

Nuestro tejido

Fundación Plurales dentro de GAGGA tiene un rol de ONG. “COmo expliqué, dan un acompañamiento no tanto financiero, más que nada legal o técnico, también en temas de procesos de incidencia crean espacios, ayudan con las demandas, vinculan las organizaciones con otras y colectivos”. Maite explica que ahí “Plurales ha jugado un rol muy importante para apoyar a compañeras y colectivos que están haciendo mucho trabajo alrededor de la justicia climática. Efectivamente, lanzaron la Escuela Feminista para la acción Climática (EFAC), donde se reúnen varias de estas cosas. Las capacitaciones, fortalecimiento de capacidades, pero también apoyar sus demandas, entender que su trabajo es acción climática. Han podido reunir varias organizaciones que son apoyadas por los fondos de GAGGA para ser parte de esta Escuela Feminista”.

La EFAC es una Plataforma Virtual para la formación e intercambio entre grupos de defensoras de derechos humanos y ambientales (GDDHA), y amplificar el poder de las voces de las mujeres en los territorios.

Lo que viene

La coordinadora de GAGGA enumera varios desafíos que se presentan para adelante en pandemia. “Creo que uno de los desafíos más grandes es que hay una necesidad de que sigamos trabajando virtualmente, y particularmente para organizaciones que apoyamos, muchas son de comunidades rurales o indígenas que no tienen acceso a Internet para poder hacer esto, eso es un desafío grande y continuamente vemos qué hay que hacer”. La fortaleza del ecosistema de GAGGA, a través de los fondos y las ONGs, puede dar el apoyo que necesitan para conectarse. Por ejemplo, si una organización quiere participar en un evento internacional o hacer una ponencia, se dan varias herramientas para que accedan a este. “Para que tengan internet le compramos un paquete de datos o las ayudamos para que se vayan al centro más cercano donde hay Internet y de la manera más segura, tratamos de encontrar maneras y usamos nuestra red para asegurar eso”. En esta misma línea, un desafío es no poder reunirnos, “creo que eso nos ha hecho mucha falta como red, como alianza y también en temas de construcción de movimientos. La posibilidad de poder vernos de nuevo cara a cara, organizarnos, planificar acciones conjuntas sería muy potente pero lo vemos lejos”.

Por otro lado, se refiere a la crisis de las tareas de cuidados que desató esta pandemia. “El covid ha afectado directamente la salud de las personas y las organizaciones, o sus familiares o gente en su comunidad, y eso requiere que esa persona no trabajé, se cuide o cuide a otros y el tema del cuidado propio o el colectivo es super importante en la pandemia y muchas veces no se considera. Entonces ahí tratamos de ser lo más flexible posible para que reciban ese apoyo”.

“Lo otro que hemos visto, es que la pandemia ha exacerbado mucho las inequidades que ya existen en nuestra sociedad, a nivel económico, social, político. Entonces, hay que entender que muchas comunidades no solamente están enfrentando la crisis climática, sino una multitud de crisis que requieren mucha flexibilidad en el apoyo que les demos para enfrentarlas y que asegure su bienestar y el bienestar de su colectivo o de su comunidad. Eso también es un desafío, que se entienda que el trabajo que hacen va más allá de la acción climática, que también hay necesidad de salarios buenos, que se puedan cuidar, que tengan tiempo de descanso y eso no se prioriza mucho cuando se trabaja con movimientos».

Finalmente, Maite alerta que los gobiernos están priorizando la reactivación económica, “muchas industrias extractivas han recibido dinero y han podido avanzar con sus actividades como si no hubiera pandemia, eso ha afectado mucho a comunidades directamente y por el encierro no han podido tomar las acciones que podrían si estuviéramos en un momento normal”. Al igual que Zulema Burneo, coordinadora regional para América Latina y el Caribe de la Coalición Internacional para el acceso a la Tierra (ILC), en nuestra anterior entrevista, hace hincapié en los procesos de reactivación económica post pandemia. “Esta prioridad económica de los gobiernos está teniendo un impacto directo en avanzar con industrias extractivas, que al final no ayudan ni a nivel comunitario ni tampoco con la crisis climática a nivel mundial”, cierra.

Foto de portada: WoMin African Alliance

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